miércoles, 19 de octubre de 2011

Un reto de traducción

Cuando acababa de instalarme en aquella casa victoriana situada en un pequeño pueblecito anglosajón, la Señorita Hedel me solicitó ayuda para la traducción al francés de un texto del ámbito audivisual originalmente en lengua inglesa y acepté el encargo como un reto. En primer lugar, es necesario explicar que la Señorita Hedel tenía un conocimiento extraordinario de la lengua inglesa a pesar de no ser nativa de dicho idioma mientras que sus destrezas en el idioma de llegada eran medias. En mi caso, mi estancia anterior en tierras galas, había conseguido que mi nivel de francés fuese avanzado. Sin embargo, a causa de que todavía me encontraba en mi etapa de formación inicial, el nivel de inglés era medio puesto que me había trasladado a aquel lugar con el fin de mejorarlo, como conseguí con el paso del tiempo. Por mi parte, cabe añadir que podía incluir mi aportación en lo referente a técnicas de traducción gracias a los cuatro años precedentes de Universidad mientras que la Señorita Hedel se centraba más en estudios lingüísticos, adquiridos en los estudios realizados en los tres años previos en el prestigioso King's College. Cuando empezamos a realizar la traducción, nos dimos cuenta de que realmente era un reto y estábamos trabajando de una forma muy distinta a cómo se puede tratar un texto en otro tipo de lugares. Cuando terminamos, informé de nuestras actividades a la Señorita Rezóuki, cuya lengua materna era la francesa, con el fin de que me ayudase en la corrección del texto y así lo hizo. El resultado final fue excelente. Aunque económicamente no conseguimos mucho, adquirimos una gran cantidad de conocimientos, habilidades y capacidades para el trabajo en equipo. Recomiendo la experiencia a cualquiera que crea en la multiculturalidad, el trabajo en equipo y los retos.

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